La sociedad brasileña está inmersa en una red de complejidades, estas complejidades se basan en su historia de colonización, que afectó a todas las relaciones que se desarrollaron a partir de esto en una maraña de impactos que dieron forma a las situaciones que percibimos y experimentamos hoy en día.
No es novedad hoy que venimos siguiendo noticias sobre la prevalencia de personas sometidas a situaciones análogas a la esclavitud, desastres ambientales, violencia de todo tipo. Cuando pensamos en la interconexión entre estos sucesos, llama la atención que ambos casos se insertan en un territorio que arrastra una historia.
El racismo medioambiental y sus complejidades en la sociedad brasileña
Con esto en mente, el racismo ambiental, entendido como una forma de injusticia ambiental que define quién puede estar sujeto a condiciones insalubres de supervivencia en beneficio de los más acomodados desde el punto de vista socioeconómico. Esta condición, o mejor dicho, este lugar social define quiénes son los privilegiados y los desfavorecidos en términos de calidad de vida, y de condiciones dignas de supervivencia. Esta definición pasa por el tamiz de las relaciones étnico-raciales que se establecieron entonces, y que permanecen en nuestro imaginario social hasta hoy.
La investigadora de ecologías decoloniales y racismo ambiental, Ana Saches, describe como racismo ambiental la desvalorización de la vida, experiencias y saberes de las personas que son leídas racialmente por la sociedad, como los quilombolas, indígenas, ribereños y caiçaras. Desde el punto de vista social, la vida de estos grupos, sus culturas, territorios y formas de conocimiento no son importantes y, por lo tanto, pueden ser explotados y excluidos.
Desde este punto de vista, podemos entender que las personas negras son las que están en los "márgenes" o sometidas a las peores condiciones de supervivencia, en términos de condiciones ambientales, territorios, condiciones de trabajo, etc. Mientras tanto, las personas blancas -o no racializadas- operan en la lógica opuesta, es decir, ocupan lugares sociales privilegiados en relación con los grupos racializados.
A partir de aquí podemos hacer tangibles estas afirmaciones a partir de algunos datos importantes:
- Los datos del Mapa de Conflictos del Instituto Pólis, revelan que la población negra y de bajos ingresos, incluidos los indígenas, son los más afectados por los desastres medioambientales;
- Al analizar los lugares con mayores índices de actividades depredadoras del medio ambiente, las regiones periféricas de Brasil son las que presentan un mayor número de este tipo de actividades;
- En el estudio: Racismo ambiental e injusticia social en las ciudades, los datos revelan que las personas negras y con bajos ingresos son las más afectadas en situaciones de riesgo, como inundaciones (riesgo hidrológico) o corrimientos de tierras (riesgo geológico) en las ciudades (São Paulo, Belém y Recife).
- Desde principios de año, 2.575 personas fueron rescatadas en situaciones laborales análogas a la esclavitud, según datos del Ministerio de Trabajo. De este número, la mayoría eran hombres (51%), (80%) se declaraban negros o pardos y (58%) procedían del Nordeste.
- En 2021, el número de invasiones y explotación de territorios indígenas se triplicó, y los casos de aumento de la minería ilegal sacaron a la luz la ineficacia estatal para frenar este tipo de prácticas.
- En 2023, los nativos de la etnia yanomani fueron víctimas de una violencia genocida que se saldó con la muerte de 570 niños por desnutrición y enfermedades causadas por la explotación irregular de su territorio por parte de mineros.
¿Y qué tiene que ver la sostenibilidad?
Mirar estos datos y el pasado nos permite comprender la lógica de destrucción y condena de los pueblos originarios, poblaciones de baja renta, quilombolas y negros, La construcción de la sociedad tal como se presenta, pasa por la destrucción consciente de estas formas de vida, el racismo sistémico y estructural apoya y sostiene un ideal económico que aún privilegia a las clases, a las grandes corporaciones y específicamente a los grupos sociales no racializados.
La globalización fue el gran fenómeno que aceleró la expansión económica, cultural y tecnológica, sin embargo, muchos mercados ilegales comenzaron a sustentar el consumo a través de mercados oscuros que, no por casualidad, alimentan a las grandes corporaciones. Un ejemplo de estas prácticas arbitrarias fueron los recientes episodios relacionados con el flagrante acto de trabajo esclavo ocurrido en el Sur del país.
Ante la urgente necesidad de pensar en formas de mitigar los efectos perversos de la globalización sobre los territorios y las relaciones sociales, la sostenibilidad surge como una posibilidad de minimizar los efectos e impactos generados en el presente. Es imperativo incluir a los diferentes actores en la búsqueda de la justicia social.
Pensar el DE&I en consonancia con la responsabilidad organizativa y la promoción de la justicia social
Comprender los impactos generados por las organizaciones en los territorios es una tarea primordial cuando pensamos en acciones estratégicas en DE&I. Es imposible pensar en acciones de verdadero impacto ambiental cuando no se conoce el territorio, las personas que lo habitan, sus necesidades y deseos. Como se ha señalado en otros artículos, las empresas globales que operan en países colonizados, como es el caso de Brasil, deben prestar atención al contexto de desigualdad en el que se encuentran, comprender la legislación local que impregna las políticas de discriminación positiva y, a continuación, tropicalizar sus estrategias para que sean realmente eficaces y eficientes en estos contextos.
Es justamente en la construcción de soluciones buenas para las personas y buenas para el planeta que se inserta la responsabilidad social organizacional. Las organizaciones necesitan entender sus impactos en la sociedad en vista del territorio que ocupan y en vista de quién más ocupa ese territorio, buscando no sólo mitigar sus impactos en ese lugar, sino promoviendo una mayor calidad de vida y equidad. Con la globalización, las personas y los consumidores se han vuelto más exigentes con relación a sus hábitos de consumo, su fuerza de trabajo, sus inversiones, entre otros, y es por eso que debe existir una ética organizacional capaz de dar cuenta de la transparencia exigida por las personas que están directamente influenciadas por un ideal de justicia social y de propósito.
Las nuevas generaciones y la demanda de sostenibilidad en el consumo
Según una encuesta de MKinsey, los consumidores de la generación Z (millenials), formada por personas nacidas entre 1995 y 2010, buscan cada vez más formas sostenibles de consumir, y esperan que las empresas sean más transparentes, comprometidas y apuesten por la diversidad. La encuesta también reveló que este público evitaría comprar a marcas racistas u homófobas.
Cabe señalar que la generación Z en Brasil son la mayoría, lo que representa alrededor del 30% de la población, en 2031 los ingresos de esta generación en todo el mundo debe llegar a 33 billones de dólares, es decir, es una generación que necesita estar en el radar de las empresas, dado su impacto en el consumo global y local.
Acciones que pueden inspirar el inicio
El advenimiento de ESG (Environmental, Social and Governance), traducido al portugués como (Medio Ambiente, Social y Gobernanza), se refiere a los objetivos de las inversiones estratégicas organizacionales relacionadas con los impactos ambientales y sociales de una organización. En este sentido, las grandes corporaciones necesitan alinear su gobernanza con acciones prácticas capaces de demostrar su compromiso ético con la sociedad en la que operan.
En términos de mercado, el ESG representa una oportunidad para que los stalkeholders tengan mejores métricas para hacer inversiones que resulten en menores riesgos de reputación. Esto se debe a que cuando una organización causa impactos sociales y medioambientales perjudiciales para una comunidad o para la población en su conjunto, se traduce de hecho en enormes riesgos reputacionales, como términos de ajuste de conducta -desde una perspectiva legal-, la pérdida de confianza de consumidores, colaboradores e inversores. Por tanto, estos riesgos pueden afectar negativamente a la cuenta de resultados y a la cadena de valor.
Invertir en ESG y en acciones relacionadas en DE&I no sólo repercute en la rentabilidad, sino que también mitiga los riesgos que pueden generar pérdidas financieras.
En el contexto actual, el mercado y las personas están atentos a las organizaciones que consiguen alinear los pilares ESG con acciones que sean realmente perennes y traigan un impacto positivo en el entorno donde operan. En los años 2021, 2022 observamos una gran llamada de las bolsas de valores de todo el mundo, como B3 Nasdaq, para que las empresas cotizadas implementen métricas centradas en ESG, especialmente en el pilar S "Social".
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) creados por la ONU en 2015 son un ejemplo importante de las alternativas que pueden aplicar las organizaciones en la búsqueda del crecimiento sostenible. Los 17 ODS están alineados con metas y acciones que pueden ser puestas en práctica y alineadas con el ESG. En Brasil, el Pacto Global, como iniciativa de la ONU, también ayuda a las organizaciones a adoptar principios y acciones que construyen estrategias en la búsqueda del desarrollo sostenible.
De esta manera, lo que estamos haciendo....
Como consultoría especializada en creaciones estratégicas e innovadoras en Diversidad, Equidad e Inclusión (DE&I), siempre buscamos conectar nuestro trabajo a la Agenda 2030, a las metas presentes en los ODS y construyendo matrices de materialidad de las acciones que se guían por los principios ESG. Un gran ejemplo que podemos citar de la unión de la tropicalización de las acciones frente al ambiente donde se inserta es la adopción de políticas de acción afirmativa dirigidas a la población negra.
Una de nuestras mayores oportunidades fue la personalización y construcción del Black Leadership Program - Bayer Trainees. En 2020 teníamos 19 personas integradas y contratadas, ya en 2022 saltamos a 33 posiciones y el programa sigue su curso cada vez más robusto y transversal. El objetivo principal del programa es hacer más equitativas las oportunidades para los jóvenes negros, ofreciendo apoyo a su desarrollo personal y profesional para que puedan ocupar posiciones de liderazgo en la organización, lo que agrega valor a su carrera y al compromiso de la corporación con la promoción de la equidad racial a través de oportunidades en el mercado laboral.
Si echamos la vista atrás, como empezamos al principio de este artículo, nos damos cuenta de que aún hoy cosechamos los impactos negativos de años y años de explotación del medio ambiente y de los seres humanos. La gran pregunta que surge es precisamente qué se puede hacer para que las generaciones futuras no tengan que cosechar más impactos negativos, por lo que pensar en acciones sostenibles en el presente es asegurar que en el futuro podamos ver los resultados de lo que estamos haciendo ahora. Para que eso ocurra, es necesaria la intencionalidad y la responsabilidad social de las personas que componen las presidencias estratégicas de las organizaciones para contribuir para que las acciones construidas tengan sustentabilidad en el tiempo y realmente transformen de forma positiva el medio ambiente y la sociedad en que están inseridas. ¿Nos unimos en esta construcción de futuros más justos y equitativos? ¡Estamos aquí para construir juntos culturas que innoven, sumen y transformen!
Referencias:
https://negociossc.com.br/blog/o-que-os-consumidores-da-geracao-z-querem-das-marcas/
https://www.linkedin.com/posts/anabavon_b3-ter%C3%A1-regra-de-diversidade-para-as-empresas-activity-6965755563515219968-onJn/?originalSubdomain=cm https://polis.org.br/estudos/racismo-ambiental/